Introducción.
El presente artículo reflexiona en torno a la implicancia de los estereotipos sociales y del binomio Masculino- Femenino en la construcción y representación escénica del Malambo Femenino, realizando un acercamiento general histórico- geográfico para luego profundizar en el análisis desde una perspectiva de género y transfeminista.Antecedentes en la investigación.
Respecto a lo específico de este artículo no he encontrado investigaciones que reflexionen desde una perspectiva de género la danza antes mencionada, pero podemos encontrar investigaciones que acercan diferentes propuestas significativas desde un enfoque histórico- geográfico y analizando patrones coreográficos; con enfoques que remiten a la enseñanza de las danzas desde la ESI y/o con perspectiva de género; o a través de una mirada antropológica- feminista de ciertas manifestaciones. Tales son los casos de publicaciones como los de Carlos Vega, Héctor Aricó, José Alfredo Díaz Ramos, Silvana Semillán, Laura Aguilar, Sheila Loy, María Elena Pontnau y Sonia Vázquez, Soledad Torres, entre otrxs.
Desarrollo de la propuesta.
Para comenzar diremos que el Malambo como danza se constituye de una serie de movimientos en donde lxs ejecutantes de estos movimientos presentados en ciclos (mudanzas) transpolan coreográficamente cierta expresión narrativa espontánea de un grupo determinado, es decir, que lo recontextualizan a través de “operaciones de entextualización, de puesta en texto a través de una red de signos diversa y ante un auditorio también diferente, utilizando el cuerpo como medio fundamental de expresión, con el agregado de otros códigos como de la música, el vestuario, la iluminación y el código del movimiento en el espacio, que conforma una red semiótica compleja” (Palleiro, 2004, p. 77-78). En este sentido debemos decir que una cosa es lo que conocemos en certámenes y festivales como Malambo, y otra es la expresión folklórica realizada por cierto grupo determinado, esto si partimos de un paradigma en donde el Malambo no es considerado expresión folklórica viva pero desde el cual se proyecta como hecho artístico. Entonces podríamos decir que lo que hoy conocemos como Malambo se trata de una interpretación escénica recontextualizada de una danza histórica y si consideramos los supuestos clásicos de la folklorología no se trata de una danza vigente sino que es “danza extinta”, “varonil y recia” (Vega, 1952, p. 53).
Las mujeres también han realizado zapateos de manera individual, en dúos, o en parejas, repitiendo ciclos que podrían denominarse “mudanzas”, pero no existen registros en los cuales estas mudanzas realizadas por mujeres hayan sido consideradas Malambo por los primeros recopiladores. Algo importante a decir es que estas investigaciones y recopilaciones a las cuales podemos acceder se tratan de un recorte y muchas veces de una reconstrucción histórica sesgada por la mirada patriarcal y machista en dónde se reproducen las formas vinculares entre hombres y mujeres, y por lo tanto, también quien escribe lo hace como agente que forma parte de una sociedad con ciertos patrones que la regulan, delimitando según el sexo de la persona las esferas de lo público y lo privado en donde las mujeres han quedado circunscriptas históricamente a la segunda, pordar un ejemplo. El contexto hacen al texto de quienes recopilan, como así también, tenía injerencia en lxs agentes de esas expresiones folklóricas, nos dice que se esperaba de ellxs, que debían y que podían hacer.
Hasta la presente se ha analizado estas cuestiones a través del binomio varón-mujer, sin tener en cuenta otras identidades sexo- genéricas y considero importante que podamos hablar brevemente acerca de las categorías sexo y género. Estas categorías, y lo que se entiende empíricamente acerca de ellas, y las categorías Masculino y Femenino, interfieren en las producciones estéticas porque como ya se ha mencionado indican que se espera de nosotrxs. “Así nos encontramos no solo con la diferencia biológica sino también con la constante división de la vida en esferas masculinas y femeninas, división que se atribuye a la biología, pero qué exceptuando lo relacionado con la maternidad, es claramente cultural, ósea nos topamos con el género”. (Lamas, 1986, p. 184). Se podría decir en nuestro caso que por un lado tenemos al Malambo que en su concepción más tradicional es una danza de varones que demuestran sus destrezas, y por el otro, tenemos la categoría Femenino que viene a encuadrar un conjunto de signos y supuestos acerca de lo que una mujer debe o puede hacer, “Es como si la mirada de lo que es propio de un cuerpo masculino o propio de un cuerpo femenino incide en la manera de participar en el proceso constructivo del aprendizaje” (Díaz Ramos, 2019, En: Del cuerpo narrado al cuerpo en movimiento, p. 4). Teniendo en cuenta esto se ha mencionado me pregunto, sin llegar aún a una conclusión reveladora, ¿Qué implicancia tienen las categorías sociales y el binomio Masculino/ Femenino en la manera de participar de los procesos constructivos de las narraciones estéticas? ¿Los colectivos que no encuadran en dicho binarismo, como las personas trans o no binarias, no pueden o no deben narrar con sus cuerpos, hacer de una danza como el Malambo una expresión identitaria participando en dichos certámenes, festivales, etc.? ¿Cómo podríamos entonces repensar las categorías en clave transfeminista?
A modo de conclusión.
Entiendo que más allá de todo, la utilización de la categoría Femenino dentro de un sistema que sostiene prácticas patriarcales y machistas para “mantener viva la cultura tradicional”, representa una conquista en materia de derechos en los espacios por parte del colectivo mujeres, y que es vital para el folklore como el conjunto de expresiones vivas como así también para la representación escénica, reflexionar en torno a las desigualdades que se siguen reproduciendo ya que todavía se reafirman estereotipos que no se condicen con la sociedad en que vivimos. Como plantea Javier Bautista “Quizás deberíamos observar nuestras formas temporales y ponerlas en discusión. Descubrir lo que elegimos bailar y preguntarnos por qué, someterlas a la crítica de las ideologías y develar los intereses que hay detrás de cada danza, cada movimiento, cada postura, cada gesto, cada paso.” Quizás que hoy podamos analizar desde una perspectiva de género al Malambo Femenino signifique que si bien todavía tenemos un largo camino por delante, se han conquistado espacios de producción de conocimiento científico- estético nos permiten fomentar la construcción de espacios más saludables, amables, equitativos e igualitarios en la escena actual del folklore.
Bibliografía.
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Aricó, Héctor. 1999. Danzas Argentinas IV.
Aricó, H., Del Papa, G., y Lafalce, S. 2005. Apuntes sobre bailes criollos.
Bautista, Javier. Sobre la danza, los cuerpos y la cueca cuyana, Escritos esperanzados.
Butler, Judith. 2002. Cuerpos que importan.
Butler, Judith. 2006. Deshacer el género.
Díaz Ramos, José. 2019. La danza en la construcción de los cuerpos sexuados. En: Del cuerpo narrado al cuerpo en movimiento. Folklore, expresiones dancísticas y construcción social de la alteridad (cap. 14). Compiladora: Palleiro, M.
Díaz Ramos, José y Semillán, Silvina. Folklore y Educación Sexual Integral.
Lamas, Marta. 1986. La antropología feminista y la categoría “género”.
Vega, Carlos. 1952. Las danzas populares argentinas.
Vega, Carlos. El malambo, el solo inglés, la campana. Bailes tradicionales argentinos.
Palleiro, María Inés. 2004. Arte, comunicación y tradición.
Palleiro, María Inés. 2014. Folklore y Artes performativas.
Pontnau, Elena y Vázquez, Sonia. Reescritura del género y estéticas descoloniales en el arte popular.